Los talentos de los nuevos profesionales financieros

La conocida “parábola de los talentos” recogida en el Evangelio (Mateo, 25) asemeja la expresión de “talentos” a una medida monetaria, es decir, a una representación económica de valor; si bien, los talentos no sólo representan el dinero, o activos materiales, sino también las cualidades, competencias y capacidades de las personas, es decir, nuestro potencial como “activos humanos” que, sin duda alguna, como bien saben los financieros, podría caracterizarse como un valor intrínseco, en este caso de un activo humano, que viene dado por la estimación de los flujos de valor futuros que aportará a lo largo de su vida laboral.

Cuando un joven profesional de las finanzas se incorpora a una entidad financiera o a una compañía, aporta conocimiento, energía, destrezas y valores personales que representan una captación de valor económico y humano para quienes le contratan. Podría decirse que es como un bono recién emitido, con la máxima calificación de solvencia (rating) y, desde luego, con un largo plazo hasta vencimiento. Ese joven talento va madurando e incorporando más valor por razón de la experiencia profesional, lo que permite su apreciación y el interés para que otras compañías capten su valor. La experiencia no sólo se basa en la adquisición de conocimientos con el ejercicio de la profesión, sino que, también, incorpora ingredientes esenciales como la capacidad de negociación, la toma de decisiones, la capacidad para motivar a los equipos, la iniciativa, la prudencia o la audacia.

«La experiencia no sólo se basa en la adquisición de conocimientos con el ejercicio de la profesión, sino que, también, incorpora ingredientes esenciales como la capacidad de negociación, la toma de decisiones, la capacidad para motivar a los equipos, la iniciativa, la prudencia o la audacia.»

También es preciso contar con capacidad de adaptación al siempre cambiante entorno, al igual que tener visión e intuición para apreciar la interrelación entre las múltiples variables económicas, sociales, políticas, geoeconómicas y tecnológicas que configuran nuestro escenario temporal.

La revolución tecnológica exponencial de los últimos años y la consagración de la sociedad digital son ahora un elemento esencial en el ámbito financiero. La innovación financiera ha sido impulsada en gran medida por el avance tecnológico y los cambios en el comportamiento de los usuarios y agentes. La integración de tecnologías emergentes (IA, blockchain y computación en la nube) son esenciales para mejorar la eficiencia, la seguridad y la personalización de los servicios financieros; así como los servicios de banca digital, sin olvidar la eclosión del ecosistema Fintech.

Los jóvenes talentos de las finanzas van a navegar en un mar plagado de tecnología que está transformando los servicios financieros, personalizando cada vez más la atención al cliente y la gestión de riesgos y haciendo verdadera magia en la automatización de procesos y en la detección de fraudes, gracias también a la explotación de las técnicas de Big Data.

Así mismo, la perspectiva de la regulación puede jugar un papel muy destacado en la visión de los jóvenes financieros, pues dado el ritmo acelerado de la innovación tecnológica se tratará de equilibrar la innovación financiera con la protección de los consumidores y la estabilidad del sistema financiero, además de la ciberseguridad y la protección de datos.

Si atendemos a la etapa formativa de los futuros profesionales de las finanzas, la variedad de estudios ligados al ámbito de la economía y de la empresa, así como la creciente hibridación con otras titulaciones ofrece un amplio abanico de elección en función de los gustos, la finalidad profesional perseguida o de las propias ventajas competitivas que cada estudiante puede explorar introspectivamente.

En los años más recientes, la ciencia de datos, muy potenciada por la programación, así como la irrupción de las finanzas tecnológicas, las aplicaciones de Inteligencia Artificial o el paradigma descentralizador de Blockchain están iniciando la reconfiguración de los conocimientos, competencias y habilidades que se demandan de los “nuevos financieros”. Profesionales financieros cada vez más complementados por su habilidad para obtener el máximo rendimiento de las nuevas herramientas.

En este sentido, en la institución que represento, se cuenta con Grados en Administración y Dirección de Empresas (ADE), en Economía, en Marketing o en inteligencia de negocios, entre otros, muchos hibridados con el derecho, la ingeniería o la publicidad; además de una abundante oferta de estudios de postgrado con especialización en las diversas áreas de las finanzas (mercados financieros, gestión de patrimonios, finanzas corporativas, MBA….). Se valora mucho la internacionalización (movilidades erasmus o bilaterales en todo el mundo, participación en grupos de trabajo internacionales, participación en programas tipo COIL y BIP, e incluso, prácticas internacionales) y se prepara en las llamadas habilidades humanas, en la orientación de carreras profesionales y en la participación de programas selectivos de talento orientados a la alta consultoría y banca de inversión y privada internacional. Y, por supuesto, todo ello bajo una formación en valores que resultará esencial para la proyección profesional hacia la alta dirección y para la consolidación de una buena reputación y marca personal.

«En los años más recientes, la ciencia de datos, muy potenciada por la programación, así como la irrupción de las finanzas tecnológicas, las aplicaciones de Inteligencia Artificial o el paradigma descentralizador de Blockchain están iniciando la reconfiguración de los conocimientos, competencias y habilidades que se demandan de los “nuevos financieros”.»

En este contexto, la empleabilidad actual de los jóvenes financieros mantiene los excelentes niveles de las últimas décadas, dado el amplísimo rango de posiciones profesionales que cubre la versatilidad de su formación con sus múltiples especializaciones. Esta empleabilidad se adquiere y se mantiene mediante una adecuada combinación de conocimientos, competencias y habilidades que concurren en los cometidos del puesto a cubrir y que, también, obligan a una continua actualización de conocimientos y de herramientas de trabajo.

Además, los financieros destacan en el ámbito profesional por su proyección natural hacia puestos de alta dirección. La transición del CFO al CEO es muy habitual y para ello es precisa capacidad de liderazgo y ejecución, gestión de carga de trabajo, habilidades de negociación y comerciales, etc. En otros perfiles la capacidad de análisis detallado, el rigor en la gestión o la visión multitarea son esenciales.

Por ello los nuevos talentos financieros deben afanarse en su destreza en herramientas informáticas, familiarización con el análisis de datos, buena capacidad para exponer y comunicar y, también, aunque parezca del pasado, capacidad para escribir y redactar correctamente, además de los idiomas (inglés imprescindible). También, se añade la exigencia de certificaciones profesionales como las relativas a mercados financieros (CFA entre otras, ofrecida también por el CEU) o las que precisan los asesores de inversión.

Una cualidad clave en la empleabilidad y la proyección profesional de los diferentes perfiles de financieros es su capacidad de adaptación a un entorno cada vez más cambiante, a las novedades en los modelos de negocios, a la continua innovación o los sobresaltos del mercado en un mundo cada vez más volátil. En este sentido, el vértigo tecnológico que vivimos y el impacto que tendrá en los próximos años la aplicación de la inteligencia artificial aconseja formarse en las nuevas herramientas como modo de potenciar las propias capacidades de cada empleado y aprovecharlas para una mejor proyección profesional. En pocos años un financiero con habilidad para utilizar este nuevo “armamento profesional” podrá desbancar a aquellos más anclados sólo en los conocimientos.

En el contexto de la intensa transformación digital, será importante que los financieros sean capaces de entender y valorar las posibilidades de modelos de negocio que afloran con las nuevas tecnologías, pero, también, se demandará de ellos estar al día de los nuevos sectores emergentes y de las nuevas oportunidades en los ámbitos de la energía (renovables y nuevas fuentes), finanzas (cada vez más tecnológicas), alimentación, construcción e infraestructuras, medio ambiente, defensa, sector aeroespacial, etc., además de incorporar las nuevas variables ASG (Ambiental, Social y Gobernanza).

En todo caso, es importante indicar que hay puestos que requieren habilidades técnicas; mientras que otros demandan habilidades blandas o, más apropiadamente, “habilidades humanas”.

El trabajo en equipo, liderazgo y comunicación son relevantes, pero, también, son muy valoradas otras más subjetivas como la resiliencia y la capacidad de adaptación al entorno. Igualmente, la creatividad y, por qué no, la imaginación y la capacidad de afrontar los problemas tratándolos como un reto y de ofrecer soluciones, son elementos que pueden propulsar, no sólo la empleabilidad sino, también, la proyección profesional de los financieros. Otras cualidades tienen que ver con el grado de compromiso con el puesto, la calidad como persona, la humildad y las ganas de trabajar y de aceptar retos. En otros casos, la imagen, los modales, el don de gentes o las habilidades de networking son esenciales para los financieros.

Autores

Ricardo Palomo

Decano y Catedrático de Finanzas
Universidad CEU San Pablo
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