Tipos bajos. ¿Cuáles son las alternativas?

En un entorno de tipos bajos, la gestión del patrimonio resulta cada vez más compleja. Los reducidos rendimientos que ofrecen actualmente los productos de ahorro parecen haber llegado para quedarse. ¿Cómo adoptar las decisiones adecuadas para la gestión de su patrimonio?

En un ciclo bursátil completo (2005 – 2020), si un inversor hubiera optado por la gestión discrecional de una suma de 100.000 euros (gestión de fondos Banque de Luxembourg – perfil equilibrado) en 2005,

su capital casi se habría duplicado hasta llegar a los 198.800 euros a finales de 2020.

Tipos bajos, rendimientos reducidos: ¿un entorno poco atractivo?

Los tipos de interés se mantienen en niveles reducidos en muchas regiones del mundo. Aunque esto puede suponer una buena noticia para los que buscan un crédito, no lo es para los inversores. En efecto, resulta cada vez más difícil encontrar rendimientos sin riesgo. Y esta tendencia parece duradera.

¿Qué inversiones privilegiar?

Los rendimientos de los productos de ahorro se hallan en cotas históricamente reducidas: cuando no son bajos, son negativos. Además, las hipótesis de una subida a corto o medio plazo parecen abocadas al fracaso. Según la mayor parte de los economistas, no se producirá ningún aumento de los tipos oficiales en la zona euro antes de 2023. No obstante, pese a las incertidumbres que se ciernen sobre los mercados, los inversores tienen a su disposición oportunidades reales para impulsar el crecimiento de su patrimonio

a largo plazo. Nunca antes había sido tan importante optar por un enfoque centrado en el control del riesgo y confiar sus activos a un especialista. La gestión discrecional se enmarca en ese enfoque.

Confiar sus activos: ¿cuáles son las ventajas para los inversores?

En primer lugar, el cliente se beneficia de una gestión activa de eficacia contrastada, que hace hincapié en la conservación y la revalorización del capital. Por lo tanto, esta gestión le ofrece rentabilidades constantes en el tiempo. Además, estas rentabilidades son — a largo plazo — claramente superiores a la inflación, a diferencia de las inversiones en una cuenta de ahorro. Para ello, resulta necesario definir con su asesor el nivel de riesgo que mejor se adapte a su perfil, desde el más prudente al más dinámico. De este modo se asegurará de que su cartera se ajusta perfectamente a su perfil inversor. Por lo tanto, la gestión discrecional le permitirá liberarse de todas las restricciones relacionadas con el seguimiento diario de su cartera.

Muchos inversores se centran principalmente —y, en ocasiones, de forma exclusiva— en las perspectivas de rendimiento, ignorando así un elemento clave: el riesgo.

Esta noción del riesgo se expresa comúnmente en términos de volatilidad. La volatilidad mide la fluctuación de la rentabilidad de la cartera. Cuanto más elevada sea la volatilidad, mayor será el riesgo de la cartera.

En periodos de euforia bursátil, algunos inversores desatienden el riesgo inherente a sus inversiones y favorecen los títulos de moda, las empresas especulativas o de menor calidad. Por desgracia, durante una crisis bursátil de envergadura, estos inversores adquieren conciencia del riesgo y constatan la reducida resiliencia de este tipo de carteras, al sufrir considerables minusvalías e incluso la pérdida definitiva de su capital.

Cuando una inversión o una cartera se deprecia en un 50%, dicha inversión o cartera no debe avanzar un 50% para recuperar su valor inicial, sino un 100%. Dicho de otro modo, el valor de esa inversión tiene que duplicarse para eliminar la minusvalía.

Como se ha ilustrado, cuanto mayor sea la minusvalía, mayor será el rebote necesario para recuperarse de la caída. Por esta razón, las diferentes soluciones de gestión discrecional se esfuerzan por lograr la relación riesgo-rentabilidad más favorable para el cliente.

Este objetivo que aúna, por un lado, la búsqueda de rendimiento y, por otro lado, la voluntad de limitar los riesgos, orienta nuestro proceso de gestión de carteras. Al hacer hincapié en activos de calidad, nuestras carteras han demostrado a lo largo de los últimos decenios una importante resiliencia durante crisis bursátiles de envergadura.

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