Entrevista con Pedro Guerrero Meseguer, Consejero de Asuntos Económicos y Financieros de la Representación Permanente de España ante la UE
En esta edición del SFF Magazine, tenemos el placer de entrevistar a Pedro Guerrero Meseguer, Consejero de Asuntos Económicos y Financieros de la Representación Permanente de España ante la UE (REPER), coincidiendo con el inicio de la Presidencia española en el Consejo de la UE el próximo mes de julio.
Pedro estudió Economía en la Universidad de Buckingham, en Inglaterra, y es Técnico Comercial y Economista del Estado desde 2009. La mayor parte de su carrera ha estado vinculada al Ministerio de Economía en España, fundamentalmente en el área de la política económica, así como en cuestiones financieras y macroeconomía.
Desde hace 5 años trabaja en Bruselas, en la REPER. La mayor parte de su trabajo consiste en negociar normativa europea relativa al sector financiero y, en particular, cuestiones bancarias, del sector asegurador, servicios de pago y finanzas digitales.
“El trabajo en la REPER es posiblemente uno de los más interesantes que ofrece la Administración General del Estado. Hay que tener un buen conocimiento técnico de las materias, pero también es esencial conocer el funcionamiento y las dinámicas propias de las distintas instituciones. Tanto el Consejo, como el Parlamento y la Comisión Europea tienen sus propias reglas de funcionamiento, tanto procedimientos formales como prácticas informales”.
Pedro Guerrero Meseguer
Economic and Financial Consellor at REPER
La REPER es un organismo fundamental en la defensa de los intereses de España en el marco de la Unión Europea. Para situar al lector, ¿Nos puede describir brevemente su organización interna y las funciones que le son atribuidas?
La REPER es la embajada de España ante la Unión Europa. El único matiz es que el término “Representación Permanente” se utiliza cuando la representación es ante un organismo internacional en lugar de un país. Al frente de la REPER está el Embajador Representante Permanente, Marcos Alonso, y el personal está formado por funcionarios de los distintos ministerios.
La REPER defiende los intereses españoles ante las instituciones europeas y ejecuta las instrucciones del Gobierno al respecto. La actividad diaria se encuadra en la preparación del Consejo de la Unión Europea que, bajo 10 formaciones diferentes, reúne a los distintos ministros de cada Estado miembro. Por ejemplo, en materia económica y financiera la formación competente sería el Consejo ECOFIN, que se reúne mensualmente a nivel de ministros de economía y finanzas. Para preparar los asuntos del ECOFIN hay múltiples grupos de trabajo a distintos niveles, donde participan los embajadores y los consejeros que representan a los ministerios.
Pero el trabajo de la REPER debe tener un enfoque holístico y también deben explicarse los intereses españoles en las otras instituciones, sobre todo en la Comisión y en el Parlamento Europeo. La Comisión presenta las propuestas de leyes y otras acciones de alcance europeo, pero son el Consejo y el Parlamento, como colegisladores, los que deciden el resultado final. De ahí el conocido dicho “la Comisión propone y el Consejo (y el Parlamento) dispone”.
«La REPER defiende los intereses españoles ante las instituciones europeas y ejecuta las instrucciones del Gobierno al respecto.»
En el segundo semestre del año, España asumirá la Presidencia del Consejo de la Unión Europea. ¿Cuáles son las prioridades actuales de la agenda europea en el ámbito económico / financiero?
La presidencia española estará indudablemente marcada por el escenario económico internacional, la invasión de Ucrania y las tensiones comerciales entre grandes potencias. Y todo ello en un contexto de elevada inflación e incrementos de los tipos de interés por los distintos bancos centrales. También será una presidencia de cierre, dado que en junio del año que viene termina el actual ciclo legislativo y deberá elegirse un nuevo Parlamento y una nueva Comisión. Por tanto, tendremos que culminar un importante número de negociaciones en marcha, así como de nuevas propuestas aún pendientes de publicación por la Comisión. Todos estos factores hacen que sea un reto, pero también una gran oportunidad para dar lo mejor de nosotros y colaborar con nuestro granito de arena en la construcción del proyecto europeo.
Sobre las prioridades españolas en el ámbito económico y financiero, entiendo que es un asunto importante y que suscita interés en los medios de comunicación pero, como no puede ser de otra manera, serán presentadas en su momento por la Vicepresidenta Calviño. De forma genérica, la prioridad será crear un nuevo marco de gobernanza económica para impulsar la autonomía estratégica y la transición ecológica y digital.
Tendremos importantes dosieres sobre la mesa, como el paquete de apoyo financiero a Ucrania, la revisión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y diversas medidas presupuestarias y fiscales. En el ámbito estrictamente financiero, hay múltiples iniciativas para reforzar la Unión del Mercado de Capitales, así como una agenda de la Comisión para finanzas sostenibles, la implementación de los estándares de Basilea III en el sector bancario, la revisión del marco normativo de gestión de crisis bancarias, el paquete de prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, y la propuesta de euro digital, por mencionar sólo algunos. También se deberán abordar cuestiones no legislativas de gran envergadura, como aquellas relativas a la guerra de Ucrania o a los planes de recuperación y resiliencia. Probablemente también nos enfrentemos a situaciones inesperadas que tengamos que resolver rápida y eficientemente.
La incertidumbre se ha propagado en el sector financiero tras los recientes acontecimientos a nivel internacional provocados por varios bancos estadounidenses y Credit Suisse en Europa. ¿Considera que los bancos españoles, y en general, el sector financiero europeo, han demostrado una alta capacidad de resiliencia ante estos escenarios de inestabilidad?
La caída de Silicon Valley Bank, en el mes de marzo, ha sido la primera de las recientes crisis bancarias en EEUU y posiblemente la más representativa. Se trata de un caso de mala gestión de los riesgos de tipo de interés y de liquidez, así como de un deficiente gobierno corporativo porque la dirección del banco no supo detectar estos riesgos. Además, en EE.UU. este tipo de entidades no tienen que cumplir los estándares internacionales de Basilea en materia prudencial bancaria, cuestión que está siendo analizada por el Fondo Monetario Internacional en el marco de su Financial Sector Assessment Program. La supervisión poco estricta de este tipo de entidades es otro motivo por el que no fue posible identificar la acumulación de riesgos. Como nota positiva, tanto la Reserva Federal como el FDIC (sistema americano de garantía de depósitos) adoptaron medidas contundentes para paliar la crisis de confianza y proteger a los depositantes, dado que las fugas de depósitos y el contagio financiero son, hoy en día, mucho más rápidos que en el pasado. Es indudable que la digitalización permite innumerables eficiencias y es muy positiva, pero también facilita, con un click, el movimiento masivo de depósitos sin necesidad de hacer cola en la puerta de las sucursales. Y hoy en día las redes sociales pueden acelerar e intensificar la volatilidad y la incertidumbre.
El caso de Credit Suisse plantea cuestiones distintas. Se trata de un gran banco considerado “sistémico global” por el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB). La entidad arrastraba desde hacía años importantes problemas de modelo de negocio y de gobierno corporativo. Realizó arriesgadas operaciones de activo y cometió importantes errores en la gestión del patrimonio de sus clientes. Asimismo, la entidad se ha enfrentado a preocupantes escándalos de blanqueo de capitales, corrupción, evasión fiscal e incluso espionaje corporativo. Aunque sobre el papel cumplía con todas las ratios de capital y liquidez, había señales negativas en el mercado desde hacía tiempo, por lo que la incertidumbre derivada de las quiebras de SVB y Signature Bank, dio lugar a una importante salida de depósitos que, en tan sólo una semana, forzó la venta de carteras a pérdida y la fusión con UBS. Debe resaltarse que dicha fusión ha tenido que acompañarse con unos 9.000 millones de francos suizos (1 € aprox 0,97 CHF) en garantías públicas ante eventuales riesgos legales, así como una línea de liquidez de más de 100.000 millones por parte del banco central. Aunque la amortización de CoCos en la fusión está siendo muy cuestionada y la concesión de garantías públicas está siendo duramente criticada por el parlamento y la ciudadanía, sí que resulta interesante la importante aportación de liquidez del banco central suizo gracias al establecimiento de un backstop público.
Estos episodios son muy distintos a la situación de la banca europea, que está bien capitalizada, bien supervisada y cumple en su gran mayoría con estrictos estándares contables. Todo esto ayuda a explicar que, pese a observarse cierta volatilidad en los mercados de la Unión Europea, el sector se está mostrando resistente y no se observa una pérdida de confianza en las entidades.
«Respecto a los bancos españoles resaltaría dos cosas. Primero, que se encuentran entre los que mejor hacen frente al escenario adverso contemplado en los test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea. Segundo, que los nombramientos de los altos directivos y los miembros de los consejos de administración deben someterse a uno de los procesos de evaluación previa de la idoneidad más rigurosos de la Unión Europea, tanto por parte de las propias entidades como de los supervisores.»
Respecto a los bancos españoles resaltaría dos cosas. Primero, que se encuentran entre los que mejor hacen frente al escenario adverso contemplado en los test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea. Segundo, que los nombramientos de los altos directivos y los miembros de los consejos de administración deben someterse a uno de los procesos de evaluación previa de la idoneidad más rigurosos de la Unión Europea, tanto por parte de las propias entidades como de los supervisores.
Todo esto es una garantía y es el resultado de las intensas reformas regulatorias y supervisoras que han tenido lugar desde la crisis financiera, así como de la mejor gestión del riesgo por parte de las entidades. Sin duda, en la Unión Europea hemos aprendido las lecciones de la crisis financiera. Se han reforzado los estándares en materia prudencial y contable. Se ha mejorado la supervisión bancaria y creado un supervisor único para las principales entidades de la eurozona, el Mecanismo Único de Supervisión. Se ha creado un Mecanismo Único de Resolución bancaria que, pese a ser mejorable, obliga a las entidades a incrementar considerablemente su capacidad para afrontar pérdidas sin requerir ayudas públicas.
Pero no debemos caer en la autocomplacencia y pensar que todo el trabajo está hecho. Por ejemplo, en el momento actual estamos terminando de negociar el paquete bancario que implementará los estándares prudenciales de Basilea III, reforzará los criterios de gobernanza bancaria (Fit and Proper) y regulará de forma más estricta las sucursales de entidades de terceros países. En mi opinión, es conveniente regular de manera armonizada estas sucursales de terceros países para asegurar que los problemas bancarios en otras partes del mundo no perjudiquen directamente a los ciudadanos europeos.
Según su opinión, ¿cuáles son los principales retos que afronta el sector financiero europeo en el medio y largo plazo?
Desde el punto de vista del regulador es esencial culminar la Unión Bancaria. Sería un grave error tropezar dos veces en la misma piedra y no completar este importante proyecto hasta que nos volvamos a enfrentar, eventualmente, a una gran crisis financiera.
Por tanto, debemos mejorar el marco de gestión de crisis bancarias, de manera que los procedimientos de resolución con suficiente financiación de la industria sea la regla. Esto evitaría tener que utilizar dinero público, que supone un coste elevado para el contribuyente, tiene mala aceptación social y su uso puede verse cuestionado y dificultado por los parlamentos nacionales. Además, la experiencia muestra que, en los procesos de resolución, especialmente de entidades de cierto tamaño, es esencial contar con líneas de liquidez potentes por parte del banco central. Debería crearse un esquema para que el BCE pueda aportar liquidez en resolución con un backstop público, ya sea el aval del Mecanismo Europeo de Estabilidad o la garantía de los Estados miembros a través de emisiones de deuda conjunta por parte de la Comisión.
«Debemos mejorar el marco de gestión de crisis bancaria, de manera que los procedimientos de resolución con suficiente financiación de la industria sea la regla».
Asimismo, la Eurozona debe contar lo antes posible con un Fondo Europeo de Garantía de Depósitos, el EDIS, que cubra por igual a todos los depositantes independientemente de su país de origen en la Unión Bancaria. En momentos de volatilidad e incertidumbre financiera, el EDIS permitiría mantener una mayor confianza de los depositantes. Como mencionábamos antes, los casos de SVB y Credit Suisse ponen de manifiesto que, hoy en día, las salidas de depósitos ante pánicos bancarios son muy rápidas, por lo que esta cuestión es aún más importante.
También es necesario alcanzar un mayor grado de integración financiera que efectivamente nos permita hablar de un sector financiero europeo. Actualmente, los niveles de fragmentación financiera son muy elevados, tanto en la banca como en los mercados de capitales, dando lugar a una ineficiente asignación del ahorro y la inversión. Existen pocos incentivos para las fusiones bancarias transfronterizas, dado que la actual regulación limita las sinergias y eficiencias que podrían lograrse. Y la financiación no bancaria debe desarrollarse más, para introducir competencia en los mercados financieros, para reducir la dependencia de la financiación bancaria y para permitir una mejor financiación de proyectos con elevado componente de intangibles. Es decir, debe profundizarse más rápido y de manera más intensa en la Unión del Mercado de Capitales.
Una última cuestión en el ámbito regulatorio. Hay países de la Unión que podrían hacer mayores esfuerzos para mejorar sus sistemas bancarios. Aunque no se trata de una cuestión que deba preocupar desde el punto de vista de la confianza y la credibilidad en los bancos en el momento actual, sí que redundaría en una mejor financiación de familias y empresas, así como en mayor solidez del sistema. Las reformas realizadas en España tras la crisis financiera, por ejemplo la reforma de las cajas de ahorro, las mejoras en el gobierno corporativo o el adecuado saneamiento de las entidades, son claros ejemplos del tipo de medidas que pueden adoptarse en algunos países.
El sector se enfrenta a una creciente presión competitiva por parte de nuevos jugadores, muy digitalizados y con una elevada capacidad para explotar la economía de los datos. La creciente competencia de las grandes plataformas de internet y la aparición de nuevos modelos de negocio en áreas consideradas maduras, como los pagos y la concesión de préstamos, son indudablemente positivas para el cliente bancario y para la sociedad. Pero presentan un reto creciente para el sector bancario, que debe digitalizarse mejor, ganar eficiencia y mejorar sus productos y servicios para asegurar la fidelidad de sus clientes.
Otro reto estructural relevante es que Europa debería alcanzar tasas de crecimiento del PIB más elevadas y sostenibles a medio y largo plazo. Es evidente que una economía más fuerte, más innovadora y que permita crear empleos de mayor valor añadido, redundará en un mayor dinamismo y solidez del sector financiero. La transición verde y la transformación digital deben ser ejes importantes para el relanzamiento de la economía europea, pero no deben ser los únicos.
Y no debemos olvidar que la solidez de las finanzas públicas también repercute en los costes de financiación de los bancos, especialmente de aquellas entidades medianas y pequeñas menos internacionalizadas. Por ejemplo, la colocación de deuda subordinada o de instrumentos elegibles para el MREL de las entidades medianas será más cara, lo que recortará su rentabilidad y, en consecuencia, su capacidad para reforzar la base de capital de máxima calidad.
Desde el punto de vista coyuntural, el principal reto sería el nuevo entorno económico y geopolítico. Venimos de una década de tipos cero o negativos y eso era una excepción que ahora se está corrigiendo. La inflación y los tipos de interés han experimentado incrementos significativos en los últimos tiempos. Esto es consecuencia de un contexto marcado por las rupturas de las cadenas de valor tras la pandemia, diversos cambios en el mercado de trabajo o la invasión de Ucrania por parte de Rusia y su impacto en el precio de las materias primas y la energía. Respecto a España, debemos estar preparados para el momento en que las nuevas reglas fiscales entren en vigor, previsiblemente en 2025, dado que seguramente se nos exigirá cierto ajuste fiscal estructural en un contexto de tipos de interés más elevados.
Sin lugar a dudas, entender estas vulnerabilidades y tomar decisiones para corregirlas será esencial para lograr un sistema financiero más sólido, más eficiente y que aporte más al desarrollo económico y social de España y de Europa.
Autores
Pedro Guerrero Meseguer
Consejero de Asuntos Económicos y Financieros
Representación Permanente de España ante la Unión Europea
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