Directores independientes y buena gobernanza: ¿Son necesarios los directores independientes y cuáles son sus deberes y responsabilidades?

En el ámbito del gobierno corporativo, el papel de los directores independientes se ha convertido cada vez más en un punto central para garantizar que las empresas operen con integridad y responsabilidad. La Luxembourg Stock Exchange ha establecido los 10 Principios de gobierno corporativo que, aunque están diseñados para complementar la legislación existente en Luxemburgo, establecen un estándar de referencia para las prácticas de buen gobierno corporativo. Estos principios, aplicables a empresas constituidas bajo la legislación luxemburguesa y cotizadas en un mercado regulado gestionado por la Luxembourg Stock Exchange, excluyen las SICAV y fondos regulados, pero ofrecen un marco versátil para las prácticas de buena gobernanza aplicable a todas las entidades corporativas bajo la legislación de Luxemburgo.

La esencia de la buena gobernanza se encuentra en el principio de poder dual, que exige una clara división entre las funciones de gobernanza y supervisión. Este principio subraya la importancia de distinguir entre los directores ejecutivos, quienes gestionan las operaciones diarias de la empresa, y los directores no ejecutivos, cuyo papel es supervisar las acciones de la dirección ejecutiva. Los directores independientes, que por naturaleza son no ejecutivos, desempeñan un papel crucial en esta estructura de gobernanza. Se caracterizan por la ausencia de vínculos estrechos con la gestión de la empresa, los accionistas mayoritarios o la propia compañía, garantizando así su capacidad para tomar decisiones imparciales y actuar con independencia. Su inclusión en el consejo es fundamental para proteger los intereses de los accionistas y las partes interesadas, mejorando la efectividad del consejo al aportar habilidades amplias y actuando como guardianes de los intereses de la organización y sus accionistas.

A pesar de la categorización de los directores en ejecutivos, no ejecutivos y no ejecutivos independientes en las prácticas de gobernanza corporativa, la legislación mercantil luxemburguesa no diferencia entre estos roles. Todos los directores, independientemente de su clasificación, están sujetos a los mismos deberes y responsabilidades. Estos incluyen observar el deber de lealtad, actuar con diligencia, basar sus acciones en el interés corporativo y garantizar la comunicación de información relevante a otros directores. El incumplimiento de estos deberes, regulaciones y una mala gestión puede acarrear responsabilidades civiles, penales, fiscales y por quiebra.

«La esencia de la buena gobernanza se encuentra en el principio de poder dual, que exige una clara división entre las funciones de gobernanza y supervisión. Este principio subraya la importancia de distinguir entre los directores ejecutivos, quienes gestionan las operaciones diarias de la empresa, y los directores no ejecutivos, cuyo papel es supervisar las acciones de la dirección ejecutiva.»

La responsabilidad civil de los directores surge de actos indebidos, que pueden ser actos, omisiones o negligencias, requiriendo la demostración de culpa, causalidad y daño sufrido por la empresa o los accionistas. Los directores también pueden ser responsables ante la empresa y terceros bajo las mismas condiciones, con acciones de terceros basadas en el delito civil que requieren pruebas de daño personal y específico causado por la mala conducta del director.

En términos de quiebra, los directores pueden ser responsables si una deficiencia de activos, causada por su culpa, provoca dificultades para reembolsar a los acreedores. La ley también examina las acciones de los directores por responsabilidad penal, con sanciones que van desde multas hasta prisión por incumplimiento como no presentar las cuentas anuales o manipular fraudulentamente los activos de la empresa.

El concepto de levantar el velo corporativo también es significativo en la jurisprudencia luxemburguesa, indicando que los directores pueden ser considerados personalmente responsables si existen elementos consistentes que indiquen un uso indebido de la capacidad jurídica de la empresa para intereses personales.

En resumen, la incorporación de directores independientes en los consejos de administración en empresas con sede en Luxemburgo trasciende el mero cumplimiento normativo, representando un pilar fundamental para fomentar un gobierno corporativo sólido. Estos directores, en virtud de su independencia respecto a la gestión y operaciones diarias de la empresa, están en una posición única para ofrecer supervisión imparcial, análisis crítico y un amplio conocimiento que mejora significativamente los procesos de toma de decisiones. Su papel es instrumental en la protección de los intereses de los accionistas y las partes interesadas, asegurando que las acciones de la dirección estén alineadas con objetivos corporativos más amplios y estándares éticos. Además, el marco legal en torno a los deberes y responsabilidades de los directores en Luxemburgo subraya la seriedad con la que se consideran sus responsabilidades, manteniéndolos en estrictos estándares de conducta y rendición de cuentas. La presencia de directores independientes, por lo tanto, no es solo un indicador de buen gobierno, sino un mecanismo crucial para mantener la integridad, transparencia y confianza corporativas. Esto, a su vez, fortalece la reputación de la empresa, la confianza de los inversores y el éxito a largo plazo, destacando el papel indispensable de los directores independientes en la arquitectura del gobierno corporativo.

Autores

Cathrine Foldberg Møller

Partner
Simmons & Simmons Luxembourg LLP

Arnaud Fostier

Partner
Simmons & Simmons Luxembourg LLP

Diego Alcalde Díaz

Associate
Simmons & Simmons Luxembourg LLP
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