Editorial de Bernardo de Sicart Escoda, Embajador de España en el Gran Ducado de Luxemburgo

Comillas SFF

Quiero aprovechar la redacción de este editorial para celebrar las excelentes relaciones económicas y comerciales que unen a España y Luxemburgo,relaciones que son el resultado de la labor que día a día realizan miles de emprendedores y profesionales de uno y otro lado y a las que contribuyen y coadyuvan tanto la Embajada como una tupida red de instituciones entre las que destaca la Cámara Oficial de Comercio de España en Bélgica y Luxemburgo.

Cuando empezábamos a vislumbrar el final de la crisis provocada por el Covid-19, durante la cual Europa ha dado muestras de una unión y determinación excepcionales, estableciendo mecanismos de respuesta comunes sin precedentes, la incertidumbre ha resurgido debido a la guerra de Ucrania, cuya duración y efectos son aún difíciles de prever.

En estos tiempos convulsos, España y Luxemburgo han demostrado que son dos socios con puntos de vista concordantes en un muy amplio número de asuntos que conforman la agenda europea e internacional.

Las relaciones bilaterales de España y Luxemburgo se han caracterizado a lo largo del tiempo por la voluntad y la determinación de establecer un marco de cooperación, estabilidad y transparencia. Esta determinación ha permitido en concreto que las relaciones comerciales entre ambos países gocen en la actualidad de una salud excelente. En este sentido, destaca el notable incremento de las exportaciones de bienes españoles al Gran Ducado en la última década. Si en el año 2010 la cifra de exportaciones fue de 165 millones de euros, diez años después, en 2020, éstas ascendieron a 415 millones y a 371 millones en 2021. Hoy, España exporta más, de forma más diversificada y con mayor valor añadido hacia Luxemburgo.

Igualmente, en los últimos años se observa una tendencia creciente en las exportaciones españolas de servicios a Luxemburgo, alcanzando los 1.790 millones de euros en 2020. Las importaciones españolas de servicios de Luxemburgo han aumentado también, aunque de forma menos sostenida, lo que ha permitido que la balanza de servicios sea superavitaria para España. Esto no sólo se explica por las exportaciones en turismo, sino también por el crecimiento en la exportación de servicios financieros.

También se han registrado importantes flujos de inversión en ambos sentidos en los últimos años. Actualmente, Luxemburgo es el decimoséptimo país extranjero que más invierte en nuestro país. Del mismo modo, la inversión española en Luxemburgo ha aumentado de forma extraordinaria en el último decenio, pasando de 373 millones de euros en 2010 a 5.702 millones en 2020. En este sentido, destaca la creciente presencia de empresas financieras españolas en el Gran Ducado.

Sin ánimo de pecar de exhaustividad en la exposición de los datos, creo que resulta necesario tenerlos presentes, pues demuestran que los esfuerzos de la administración pública y del sector privado por impulsar la internacionalización de la economía española no han caído en saco roto. A día de hoy, la empresa española se encuentra más abierta a la internacionalización, más preparada y con una capacidad suficientemente amplia para la generación de un mayor valor añadido. No sólo la gran empresa, sino también, y especialmente, la pequeña y mediana empresa. Es precisamente la empresa de pequeño y mediano tamaño la que se sitúa en el centro de la estrategia del Gobierno de España, que presenta la internacionalización, el emprendimiento, la innovación, la digitalización y la sostenibilidad como algunas de las palancas o ámbitos estratégicos en torno a los que se articulan las actuaciones.

Y se reconoce a Luxemburgo como un mercado que ofrece numerosas ventajas. Aparte de contar con una posición geográfica privilegiada que permite el acceso a otros destinos del centro de Europa y al Benelux, el Gran Ducado ofrece un clima de negocios inmejorable, un inexistente riesgo país, estabilidad institucional y políticas económicas moderadas, así como un elevado poder adquisitivo.

En definitiva, el mercado luxemburgués representa una gran oportunidad para las PYMEs y el emprendedor español. Y esto se constata, no sólo por los beneficios económicos potenciales, sino también por las sinergias que se pueden generar al entrar en contacto con la empresa luxemburguesa. Las relaciones entre las empresas españolas y las luxemburguesas deben basarse en la confianza y el aprendizaje mutuo: con estos objetivos bien instalados en la práctica cotidiana, lograremos que sean cada vez más provechosas. Por todo ello, agradezco muy especialmente a la Cámara Oficial de Comercio de España en Bélgica y Luxemburgo la oportunidad de compartir este editorial junto con nuestros esfuerzos constantes por alcanzar un objetivo común: la mejora de la competitividad de las empresas españolas apostando por un modelo sostenible e inclusivo.

Comillas 2 SFF

Autores

Bernardo de Sicart Escoda

Embajador de España en el Gran Ducado de Luxemburgo

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