En medio de esta pandemia, 2020 trajo una magnífica noticia para el sector financiero español, con la aprobación definitiva del Sandbox, una iniciativa enmarcada en la Ley de Transformación Digital para el Sector Financiero, innovación en el ámbito de los servicios financieros en un entorno de máxima seguridad. que se configura como un espacio de pruebas controlado y no desregulado que identifica aquellos proyectos que mejoren la prestación de servicios financieros, con unos protocolos de supervisión muy concretos dictados por los organismos públicos involucrados: Tesoro, Banco de España, Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones y CNMV. En definitiva, un espacio para promover la innovación en el ámbito de los servicios financieros en un entorno de máxima seguridad.
El camino para llegar hasta aquí no ha sido sencillo, plagado de obstáculos en forma de repeticiones electorales, una complicada maraña normativa y hasta la irrupción de una pandemia, pero ya es un proceso imparable. De hecho, el pasado 23 de febrero se cerró la primera convocatoria del Sandbox, con más de 60 proyectos presentados, lo que demuestra el apetito de los emprendedores españoles por desarrollar productos y servicios disruptivos y el de muchos extranjeros por establecerse en España.
El Sandbox es el resultado de un arduo trabajo en conjunto por parte de todo el ecosistema Fintech, que ha remado en la misma dirección durante los últimos años, para situar a España como uno de los países de referencia en este ámbito. Las consecuencias positivas serán dos: la creación de empleo de calidad, se estima que el Sandbox genere casi 4.000 puestos de trabajo en dos años, y la atracción de inversión, que podría superar los 500 millones de euros. Pero no sólo eso, también favorecerá la competitividad y el desarrollo tecnológico, lo que provocará la retención del talento español en empresas nacionales que apuesten por la innovación en la industria financiera. De hecho, una de las ventajas competitivas del Sandbox español, es que permite la entrada de proyectos del ámbito de la Unión Europea y, además, no requiere que las empresas europeas tengan domicilio fiscal en nuestro país, incluso permitirá la entrada de proyectos de Latinoamérica, que tiene una regulación similar a la española, lo cual sería de interés y beneficio para situar a España como verdadero puente del Fintech entre los dos continentes. La referencia del Reino Unido es una magnífica guía, por la cantidad de proyectos que han entrado, logrando levantar una media por encima de los seis millones de libras. De hecho, el Sandbox español está diseñado con la misma ambición, dando cabida a proyectos transversales e innovadores.
La entrada en el Sandbox se establece bajo dos posibilidades: exención y no sujeción. La modalidad de exención permite a las fintech e insurtech disfrutar de un periodo de pruebas en el que puedan ir alcanzando los requisitos de obtención ordinaria de una licencia, para operar, en diferentes mercados. De esta manera, no se les exigiría el cumplimiento de todos estos requisitos ab initio, lo que podría suponer un claro obstáculo para la viabilidad económica y la supervivencia de muchas de estas empresas, sino en sucesivos estadios graduales a medida que vayan alcanzando un cierto estado de maduración. La innovación sería un factor esencial para la aplicación de la exención. Por otro lado, bajo la modalidad de no sujeción, el sandbox permite que estas compañías que realicen actividades no expresamente reguladas hasta la fecha (por ejemplo ICOs, neobanks, intermediación de cryptocurrencies) empiecen a probar sus productos en un espacio de pruebas seguro o controlado permitiendo así lanzar este tipo de productos y servicios innovadores al mercado con el respaldo de los reguladores.
Por último, conviene no obviar que el Sandbox también sirve de instrumento útil para el legislador y para las autoridades supervisoras, que podrán hacer seguimiento continuo sobre este tipo de entidades y/o actividades, advirtiendo con ello de los principales riesgos y beneficios a tener en cuenta de cara a la necesaria regulación futura de aquellas actividades no sujetas a la normativa actual.
El Sandbox no es importante por sí mismo, sino por su papel como catalizador para responder de forma clara y ambiciosa a los retos que plantea el nuevo entorno digital para el futuro más presente,y más en un escenario donde resulta necesario desarrollar nuevos servicios disruptivos para responder a esa nueva normalidad en la que estamos inmersos.
Autores
Rodrigo García de la Cruz
Presidente de la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEFI)
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