Últimas tendencias en Finanzas Sostenibles en la UE y próximos desafíos

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En 2018, la Unión Europea estableció la primera Estrategia de Finanzas Sostenibles. En ella, se trazaba una hoja de ruta para potenciar el rol de las finanzas como motor del cambio en el tejido productivo europeo, con el objetivo de lograr un modelo económico más sostenible y coherente con los objetivos del Pacto Verde Europeo. La Estrategia de Finanzas Sostenibles se actualizó en julio de 2021.

El peso de las finanzas sostenibles en Europa avanza en paralelo al progreso hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, el Acuerdo de París y el Pacto Climático de Glasgow. La confianza de los inversores en la rentabilidad de las inversiones sostenibles en Europa ya se ha hecho notar, por ejemplo, en el crecimiento de los fondos de inversión que operan en el continente bajo criterios ESG. De hecho, según la Asociación Europea de Fondos y Gestión de Activos, el volumen de activos gestionados ha aumentado un 197 % desde 2016.

En este contexto, el sector financiero, impulsado por su demanda potencial y la nueva regulación que está por llegar, ha ido desarrollando cada vez más productos que integran factores ESG, movilizando parte de su cartera en esta dirección. Además, cada vez más estudios sostienen que las empresas calificadas como sostenibles son más resilientes, y que esta menor volatilidad les permite reducir el riesgo y superar la rentabilidad media del mercado.

A pesar de acontecimientos sin precedentes como la pandemia y la guerra de Ucrania, la legislación sobre finanzas sostenibles ha seguido avanzando, con hitos como la entrada en vigor del Reglamento Delegado, conocido como MiFID II Verde, en agosto del año pasado. Sin embargo, las inquietudes emergentes sobre la veracidad de los productos sostenibles han obligado a controlar las prácticas de lavado verde, social y de impacto, así como a evaluar las limitaciones de los mercados, a las que la inversión sostenible no es inmune.

En cuanto al marco normativo, centrado en la Estrategia de Finanzas Sostenibles de la UE, quedan pendientes desarrollos que afectan a directivas y reglamentos clave, como la taxonomía ambiental y social (que está en fase de borrador), las etiquetas de sostenibilidad, las normas sobre informes de sostenibilidad de los intermediarios financieros, el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR) y los criterios operativos que permiten su interpretación. Tampoco podemos ignorar que la MiFID II Verde exige la inclusión de preguntas relacionadas con la sostenibilidad en la encuesta obligatoria que se hace a los inversores para definir su nivel de información y elección de productos sostenibles.

«Otro hito importante será la Directiva sobre nuevas normas para fundamentar alegaciones ecológicas (conocida como «Green Claims Directive”). El objetivo de esta Directiva es completar el marco normativo europeo de protección de los consumidores estableciendo normas para hacer frente a las falsas alegaciones medioambientales realizadas por los operadores comerciales en sus relaciones con los consumidores, y permitir a los consumidores iniciar fácilmente reclamaciones contra estos operadores.»

Otro hito importante será la Directiva sobre nuevas normas para fundamentar alegaciones ecológicas (conocida como «Green Claims Directive”). El objetivo de esta Directiva es completar el marco normativo europeo de protección de los consumidores estableciendo normas para hacer frente a las falsas alegaciones medioambientales realizadas por los operadores comerciales en sus relaciones con los consumidores, y permitir a los consumidores iniciar fácilmente reclamaciones contra estos operadores.

Por otro lado, la actualización de la Directiva de Información No Financiera de la UE, traspuesta a la legislación española en 2018, también será clave para las cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), ya que en 2024 será sustituida por la Directiva de Información de Sostenibilidad Corporativa. Será fundamental que los mercados y sus operadores se adapten a una visión realista de los tiempos.

En la misma línea, otro de los aspectos clave mencionados anteriormente es el control y sanción de las malas prácticas en materia de sostenibilidad, incluyendo el denominado «green-, social- and impact-washing». En este sentido, cabe destacar las últimas indicaciones y directrices emitidas por la Autoridad Europea de Valores y Mercados (AEVM), que tratan de frenar el abuso de los términos «verde» o «sostenible» en la denominación de los productos de inversión. Paralelamente, los distintos reguladores nacionales están realizando un importante esfuerzo para vigilar y evitar que se apliquen fraudulentamente etiquetas de sostenibilidad a distintos productos financieros (bonos, fondos de inversión, etc.).

Por último, en cuanto a la incorporación de factores de sostenibilidad en los mercados financieros, cabe destacar la reciente aprobación del Estándar de Bonos Verdes de la UE, que establece normas voluntarias para emisores públicos y privados con el fin de proporcionar un marco legal común para la emisión de bonos verdes en la UE e impulsar el mercado de estos bonos, que deben invertir al menos el 85% del capital captado en proyectos relacionados con la sostenibilidad.

De esta breve descripción se deduce que los principales desafíos para la inversión sostenible en la UE están relacionados con el desarrollo y la aplicación del marco normativo a escala europea y nacional. Sin embargo, cabe preguntarse si toda esta reglamentación es positiva y necesaria.

Aún es pronto para juzgar, teniendo en cuenta que el objetivo último de esta legislación es luchar contra el cambio climático, y que en muchos casos la legislación aún se está tramitando o se encuentra en una fase muy preliminar de aplicación. Sin embargo, hay que tener cuidado con el exceso de regulación, que puede obstaculizar la competitividad de las empresas y hacer que las inversiones se dirijan a otras regiones del mundo.

De hecho, la Unión Europea debe tener en cuenta que nos enfrentamos a un problema global, lo que significa que deben buscarse soluciones globales basadas en normas internacionales para alcanzar el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en el continente. Además, hay que tener en cuenta que los resultados no son a corto plazo y trascienden los ciclos políticos. Por ello, deben incluirse periodos transitorios realistas, así como obligaciones que puedan cumplirse en función de las circunstancias específicas de cada sector y tipo de empresa, asegurando que estén siempre en consonancia con otras políticas públicas y manteniendo un diálogo adecuado con el sector privado.

En última instancia, toda regulación de lo que se ha definido como «finanzas sostenibles» no debe verse como un objetivo en sí mismo, sino como un medio para transformar el modelo económico y social y responder a los retos del cambio climático y la destrucción del medio ambiente, mejorando así la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras. ¿Lo lograremos?

Autores

Sonsoles Centeno

Managing Partner
Pérez Llorca's Brussels office

Josefina García Pedroviejo

Financial Services Partner
Pérez Llorca

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